“Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces entonces estas peor que antes”: Confucio

● Narco incontrolable
● AMLO insiste:“abrazos, no balazos”
● Para la 4T: “dejar hacer, dejar pasar”
● Gabinete mediocre y sin preparación

Frente a los datos duros del incremento histórico de homicidios, de las masacres ejecutadas por los grupos delictivos en combate frontal por el control de plazas y territorios; por el desplazamiento de decenas de miles de mexicanos de sus lugares de origen, y ante las críticas generalizadas a sus acciones o la ausencia de éstas por el “dejar hacer, dejar pasar” de su gestión en materia de seguridad, el presidente López Obrador sigue defendiendo su estrategia de “abrazos, no balazos” para combatir a los cárteles de la droga, e hizo un llamado a la población de Aguililla, Michoacán, para que no se dejen enganchar por los grupos criminales. El titular del Ejecutivo federal no ha ido a esa región michoacana porque, dijo, “no quiere hacerle el caldo gordo a la prensa amarillista”. Ahí sí están demostrando el pésimo gobierno.

Durante su conferencia de prensa mañanera en Palacio Nacional, López Obrador sostuvo: “aunque se burlen, porque tengo una razón de fondo, voy a seguir diciendo abrazos no balazos. No se puede enfrentar la violencia con la violencia, no se puede enfrentar el mal con el mal, no se puede enfrentar el fuego con el fuego”. Recurrió nuevamente a su discurso polarizador y señaló: “Están muy interesados nuestros adversarios en la provocación, en que caigamos en la trampa, en mancharnos, en que es lo mismo de antes. ¡Yo no soy Peña y no soy Felipe Calderón! No soy partidario de masacres, torturas, de la asociación delictuosa que se daba entre delincuencia y autoridad, somos distintos”. Fue claro al señalar no visitará Aguililla y como el presidente de más edad, no se está “chupando el dedo”.

El presidente de la República insiste en resolver los conflictos armados en las diversas regiones del país (en el 40 por ciento del territorio nacional, según el líder panista Marko Cortés citando los informes de inteligencia de las agencias estadounidenses), mediante el diálogo en las mesas de concertación instaladas por las fuerzas armadas para conseguir la paz. Se dijo partidario de la negociación y sostuvo se opone a la violencia. “Hago un llamado a la población de Aguililla y de toda esa región de Michoacán, a la gente, campesinos, comerciantes, religiosos, a todos, a que se ayude a conseguir la paz, que no se tome el camino de la violencia, de la confrontación, del odio y el rencor”. López Obrador se lanzó contra las “autodefensas” y ciudadanos que se vieron obligados a armarse ante los ataques de los grupos delincuenciales y la negligencia e inacción de las autoridades estatales y federales.

Según el tabasqueño, su estrategia de seguridad no la dejará en manos de las “autodefensas” porque estos grupos no son confiables y pidió a los habitantes de Aguililla no se dejen manipular por el crimen organizado. Informó ya se abrió una mesa de diálogo, “pero con mucha claridad también les digo, no se puede dejar sin protección a la población, tiene que seguir el Ejército y la Guardia Nacional porque si no se convierte en tierra de nadie, o en de quienes someten con la violencia y eso no lo vamos a permitir”. Insistió mucho en que “no le vamos a dejar, como antes, que el que garantice la paz sean los grupos de autodefensa, eso no, eso fue un grave error que costó muchas vidas, eso ya no se acepta y estamos buscando un diálogo”.

Pero la terca realidad desmiente y confronta a López Obrador: a lo largo de su administración se han perpetrado más de 86 mil asesinatos hasta la fecha, muchos más que en las administraciones de sus antecesores Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón Hinojosa. No existe ninguna disminución en los delitos de alto impacto en la población como permanentemente lo sostiene su gabinete de seguridad. Las masacres están a la vista de todos, aunque el tabasqueño insista que en su gestión se terminaron, no es cierto, es otra de las tantas mentiras recetadas en sus conferencias mañaneras. Apenas el pasado mes de junio se contabilizaron 10 masacres, incluyendo la de Reynosa donde los sicarios asesinaron al azar a ciudadanos inocentes, lo que podría catalogarse como acto terrorista, con todas las implicaciones jurídicas que esto implica en el derecho internacional.

A lo largo de todas sus tres campañas, López Obrador conoció y corroboró la existencia y la historia de los cárteles de la droga que operan en territorio nacional, y con todo prometió pacificar al país y terminar con la militarización de la seguridad en todo el territorio. No cumplió ni lo uno ni lo otro. Es cierto que se aprovechó del fracaso de las administraciones anteriores para poder arribar a la silla presidencial, pero al igual que quienes lo han antecedido desde hace medio siglo, su gestión también se encamina al fracaso pues no hay avances significativos.

Los grandes organizaciones criminales en México han evolucionado desde un cártel hegemónico, el de Guadalajara, encabezado por Miguel Ángel Félix Gallardo, del cual se desprendieron, tras su captura el cártel de Los Arellano Félix, que se quedó con Tijuana; el Cártel de Juárez, con Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos, al frente; el Cártel del Golfo, controlado por Juan García Abrego, desde donde se constituyen los Zetas; y posteriormente el Cártel de Sinaloa, encabezado por Juan José El Azul Esparragoza, Joaquín El Chapo Guzmán, el Mayo Zambada, y los hermanos Beltrán Leyva, que después se desprenden de éste para confrontarlos. Tras las detenciones y ejecuciones de líderes de esos cárteles, los combates entre ellos y las luchas intestinas por el poder y control de los diversos territorios, durante el periodo de la guerra abierta contra los “cárteles del narcotráfico”, principalmente en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, sobreviven dos grandes organizaciones criminales: el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación, el cual en principio fue creado para enfrentar a los Zetas. También ocurrió ña atomización de bandas delincuenciales, con diversos grados de importancia, en todo el país.

Esto es lo que sostiene López Obrador heredó, pero poco o nada ha hecho desde entonces, lo que facilitó el empoderamiento de esos dos cárteles, cuya fortaleza los llevan a desafiar al Estado y a controlar grandes territorios, no sólo por la fuerza sino por la influencia palpable e intervención en los procesos electorales. Podríamos decir que estamos casi igual que al principio del sexenio, pero en muchos sentidos estamos peor, con graves y serios retrocesos en el combate a los narcotraficantes.

GABINETE MEDIOCRE Y SIN PREPARACIÓN

En la reedición de cada sexenio del juego del “tapado”, López Obrador destapó a diversos personajes que, dice, podrían sustituirlo con la firme intención de cubrir a su expuesta aspirante favorita por la tragedia de la Línea 12 del Metro: Claudia Sheinbaum. Enlisto además de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, al canciller Marcelo Ebrard, quien por el mismo asunto está ya descartado desde hace semanas; la secretaría de Economía, Tatiana Clouthier, quien tiene demasiada independencia de criterio como para convenir a los intereses de López Obrador; Rocío Nahle, la secretaría de Energía, esta empantanada en su cartera y enfrenta muchos y muy diversos problemas en el sector como para poder ser considerada en serio; el embajador en Estados Unidos, Esteban Moctezuma, no da una desde que era secretario de Gobernación de Ernesto Zedillo; y el representante ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente, ni siquiera se le había considerado como un aspirante para 2024. Son sólo figuras de distracción en el juego presidencial de la sucesión.

En realidad, como sostiene Dante Delgado, presidente del Consejo Nacional de Movimiento Ciudadano, el gabinete de AMLO es mediocre y sin preparación, por eso, agrega, el primer mandatario está delegando funciones a las Fuerzas Armadas, pues le gustan la disciplina y la lealtad a ciegas, como la de los militares a quienes busca dejar el control de la Guardia Nacional. Para el también senador, López Obrador se dedica a descabezar los nuevos liderazgos en el país por medio del uso faccioso y burdo de las instituciones y quiere que las cosas sean como en el pasado autoritario, con la visión de un solo hombre que gobierna desde la plaza pública y no resuelve los graves problemas del país. En efecto, las tres grandes crisis multifactoriales de la nación siguen activas y sin ninguna perspectiva de solución: la ola de violencia, la crisis económica y la sanitaria, derivada de la pandemia de Covid.-19 y la escasez de medicamentos por la denominada austeridad republicana.

Dante Delgado destaca que el presidente, a quienes no piensan como él, los ve como adversarios, pero existen muchas razones para no pensar como él, porque está aferrado a regresar al siglo XIX cuando debería estar pensando en las postrimerías del Siglo XXI. Por supuesto, habrá de agregarse el uso de los aparatos de administración y justicia en contra de aquellos políticos que se atreven a desafiar o criticar su administración, y, en contraste, la totalidad impunidad con la cual operan y ejercen sus funciones quienes le sirven y le son leales.

DE LOS PASILLOS

México vive un tercer repunte de la pandemia de Covid-19. El cuestionado Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, alertó que el país está pasando por un repunte de la pandemia de Covid-19, el tercero en lo que va de la epidemia y el segundo del año. El funcionario sostuvo que las defunciones no han crecido, al menos a la misma velocidad que los contagios… Ante la aparición de nuevas variantes de Covid-19 en diversos países, la Organización Mundial de la Salud (OMS( anunció un nuevo sistema de nombres que ideó para esas variantes, a las cuales se les dará una denominación del alfabeto griego (Alpha, Beta, Gamma, Delta, etc.), en un intento por simplificar la discusión pública y eliminar el estigma de la aparición de nuevas variantes…Pero parecen no entender el peligro mayor está en los aeropuertos, principalmente en el de la CDMX y el de Cancún, Quintana Roo.