La trata con fines sexuales sería una de las principales causas de las desapariciones de menores y jóvenes. Mientras que en Tamaulipas quienes más desaparecen son hombres, en Puebla y Edomex son mujeres jóvenes.

A Dulce nadie la ha vuelto a ver desde 2012, cuando fue secuestrada en un poblado de Tamaulipas. A Viridiana nunca la encontraron después de irse de campamento a Tenango del Valle, Estado de México, con su marido, cuyo cadáver apareció a los pocos días, también en 2012. Karina desapareció en la semana que anunció que se iba a vivir con un supuesto novio al que acababa de conocer en 2016 en Tehuacán, Puebla.

Lo que estas jóvenes tenían en común, además de estar en sus 21 años de edad, era vivir en tres de los estados que, junto con Jalisco y Nuevo León, concentran el 50% de las mujeres que han desaparecido en la última década en México.

Pero mientras que Tamaulipas, con una fuerte presencia de grupos del crimen organizado, tiene la tasa de desaparecidos más alta del país y la cantidad de hombres es más de tres veces superior a la de mujeres, en Edomex y Puebla ellas representan el 46% y 45% del total de personas que están sin localizar.

Esa proporción rompe también con el promedio nacional, que es de 24%, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no Localizadas (RNPDNO), que recopila la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) y del que Animal Político extrajo la información de los últimos 10 años mediante casi mil descargas manuales de datos.

De ese periodo, hay poco más de 14 mil mujeres que están desaparecidas en todo el país, es decir, cada día se le ha perdido la pista a 4 mujeres. Del total, casi 6 mil son menores de edad, 1.5 al día.

La madre de Dulce Yamellí —que pide no se dé su nombre— lleva nueve años buscando a su hija en Tamaulipas. La busca, muy a su pesar, en fosas clandestinas, convertida en restos, porque no cree que siga viva después de tantos años y cuando la causa de su desaparición fue el secuestro. Aquel 2012 fue el tercer peor año en desapariciones en ese estado, con 213 mujeres de las que no se ha vuelto a saber; luego hubo un ligero descenso, pero en 2017 volvieron a repuntar. Actualmente, acumula casi mil 850 mujeres desaparecidas desde 2011 y hasta junio de 2021.

En cambio, la madre de Viridiana Morales Rodríguez, Angélica Rodríguez, no ha dejado de buscarla viva, aunque se cumplen los mismos nueve años de ausencia. Ha perseguido pistas desde Morelos, su lugar de residencia, por Edomex, donde fue la desaparición, y otras entidades como Michoacán, Jalisco o estados del norte, donde le han dicho que van a parar mujeres que caen en manos de redes de trata de personas. Su búsqueda la ha llevado a recorrer prostíbulos, hablar con personas encarceladas y hurgar hasta en centros de rehabilitación de adicciones —los llamados Anexos—, de los que el gobierno no tiene control.

Cuando su hija desapareció en el Estado de México, era una situación que apenas empezaba a crecer en la entidad: solo hay 58 registros de mujeres que no volvieron a casa, en 2013 se duplicaron y tres años después casi se triplicaron, hasta tocar su punto máximo en 2017, con 416 desaparecidas.

Hoy en día es la entidad con más mujeres no localizadas en números totales: hasta el 30 de junio de 2021 acumula 2 mil 72 casos.

Aunque las cifras oficiales muestran una caída atípica en 2019, ya que solo reportó 16 casos en todo el año, y en 2020 registró 118, en los últimos seis meses ya se cuentan el triple: van 358 mujeres de las que no se sabe dónde están. Una desaparecida cada 12 horas.

Esta situación ha llevado a que desde hace dos años sea la única entidad con una declaratoria de Alerta de Género exclusivamente por desapariciones, que se sumó a una Alerta anterior por violencia feminicida, la primera declarada en el país.

Trata de personas, la hipótesis oficial

La madre de Karina Alducín —que también pide reservar su nombre— está segura de que a su hija se la llevó una red de tratantes que opera en Tehuacán, Puebla, para explotarla sexualmente.

Cuando no supo de ella, se movilizó de inmediato, publicó anuncios y expuso en medios el nombre del antro al que la pareja de Karina le dijo que había ido sola. Así que el personal del bar la llamó y le facilitó los videos de seguridad, en los que se ve que la joven se fue con él. Pero la Fiscalía, cuenta, se quedó con la copia que era para ella y luego le dijo que no tenían ningún video de prueba.

Lo peor fue que la familia empezó a recibir amenazas, por lo que huyó a otro estado, desde donde ha tratado que el caso se vuelva del fuero federal y que se investigue a los funcionarios locales involucrados. Sin embargo, van a cumplirse cinco años en agosto y la carpeta de investigación ha ido y venido sin dar pistas de dónde está Karina, al grado de que piensa recurrir a instancias internacionales por la falta de acción de autoridades mexicanas.

Cuando a ella se le perdió la pista, Puebla atravesaba una ola de desapariciones de mujeres: entre 2016 y 2018 se tiene registro de 643 que ya nadie volvió a ver, el 70% de las casi mil mujeres que actualmente siguen sin ser halladas.