En los últimos ocho años, sólo 781 agresiones contra mujeres fueron juzgadas como intentos de feminicidio. Muchas agresiones violentas son desatendidas por las autoridades y se clasifican con otras figuras jurídicas, denuncian especialistas.
A pesar de recibir 37 puñaladas en todo su cuerpo, Jeysol venció a la muerte. Es una sobreviviente de feminicidio pero la justicia mexicana no la protegió. Una mala actuación de las autoridades al clasificar como lesiones un hecho de violencia extrema que debió ser tentativa de feminicidio, causó que pasara un calvario entre hospitales y audiencias durante seis años, pero sin obtener justicia ni tranquilidad todavía. Su agresor sigue libre.
Ella es es sólo una de las historias de los intentos de feminicidio que quedan desamparados por la justicia en México.
En los últimos ocho años, las fiscalías de todo el país abrieron 595 investigaciones diarias en promedio por golpes, quemaduras, estrangulamientos, lesiones con armas blancas o de fuego contra mujeres, es decir, más de 1.7 millones en total. Sin embargo, en el mismo lapso de tiempo sólo se iniciaron 781 carpetas de investigación por feminicidio en grado de tentativa.
De esas casi dos millones de investigaciones, se desconoce cuántos casos de extrema violencia que llegaron a juicio como lesiones o violencia familiar debieron ser clasificados como tentativa de feminicidio. Ya que especialistas consultados para esta investigación señalan que existen casos que debieron ser clasificados por este delito y no lo hicieron por falta de perspectiva de género en la administración de justicia.
Con la formulación de más de 1,200 solicitudes de acceso a la información a las fiscalías y tribunales de las 32 entidades del país, esta investigación, realizada en alianza con CONNECTAS, deja en evidencia las dificultades que enfrentan las mujeres que sobrevivieron a un intento de feminicidio para acceder a la justicia.
LA JUSTICIA NO PROTEGE A LAS SOBREVIVIENTES
Mónica Hernández ahora puede dormir tranquila. El hombre que intentó asesinarla en diciembre de 2019 está en prisión, esperando un juicio en su contra por tentativa de feminicidio. Es afortunada, pues su caso es de los pocos ataques de violencia extrema contra mujeres que llegan a la justicia clasificados como feminicidio en grado de tentativa.
Sin embargo, a pesar de vivir en lo alto de una montaña no se siente segura. “Creo que el miedo siempre existe de que él pueda salir. Te confieso, ando armada todo el tiempo, es lo que me da seguridad”, afirma.
La Fiscalía le asignó medidas de protección en su domicilio, pero ella las ve poco efectivas. “De repente llegó una patrulla, muy lindos, muy amables llegaron a mi casa nos tomamos un café, me dijeron estamos a sus órdenes pero yo estoy aquí a medio bosque. Ellos se fueron y no volvieron. Nunca me sentí segura”, afirma.
Tiene temor de vivir una nueva agresión a pesar de que su vivienda se encuentra en la aislada comunidad El Zapotal, en Veracruz, a 25 kilómetros de la capital, donde se llega sólo en auto y casi no hay patrullas.
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