Entre tanto enredo, confusión y enormes vacíos de información sobre lo que ha pasado este 2021 con la compra de medicamentos, material de curación y otros insumos vitales para el sector salud en México, no puede concluirse otra cosa más que la Oficina de Naciones Unidas para Proyectos (UNOPS) entró de lleno al caos característico del actual gobierno mexicano desde su inicio.
El silencio de UNOPS e Insabi por meses y meses nos lleva deducir que ha habido grandes encontronazos entre uno y otro, y casi podemos asegurar que estuvieron a punto del rompimiento pero al final parece que llegaron a un medio arreglo.
Por lo pronto es claro que este Gobierno en algún momento cayó en la cuenta de que no fue gran idea -como lo anunció el presidente López Obrador en su mañanera el 31 de julio del 2020- que un organismo internacional como UNOPS –desconocedor de la realidad y complejidad del sistema nacional de salud y sin gran experiencia en compras de tal tamaño- se encargara de la totalidad de compras tan fundamentales para el país.
Por su lado, UNOPS firmó el acuerdo imponiendo severas condiciones pero sin tener clara idea de en qué se metía. Tarde se percató de que en el Gobierno nadie le iba a orientar y de que su contratante el Insabi tenía absoluto desconocimiento, ya no digamos sobre compras de salud, sino sobre el funcionamiento del sector, empezando por su titular Juan Ferrer pero también su equipo que ha ido integrando con nulos antecedentes de operación de nada y apenas dibujando su propia curva de aprendizaje.
Bueno, pues la realidad es que la compra UNOPS no cubrió la enorme expectativa generada. No ha dado su informe pero ya se sabe que no logró adquirir ni la mitad de lo que había convocado. Inicialmente se estimaba haría una megacompra cercana a los 100,000 millones de pesos. Lo que en febrero convocó no llegó a los 70,000 millones de pesos, y al final lo que ha adjudicado suma poco más de 32,000 millones de pesos. Esto, conforme reportes de Inefam y la industria farmacéutica.
Tales números pueden reflejar el nivel de carencias que persisten en las instituciones de salud, que cada una por su lado han tratado de comprar también, pero no logran los volúmenes para conseguir mejores precios ni condiciones; ya vieron que así les está saliendo muy caro.
Ante ese escenario, el Insabi decidió arrancar de urgencia su propia compra consolidada tratando de cubrir las claves faltantes para este 2021. De acuerdo con datos que nos comparte Inefam, Insabi está licitando 673 claves que implicarán unos 28,000 millones de pesos. Está incluyendo la gran mayoría de las 653 claves desiertas de UNOPS y además otras que ese organismo había excluido, principalmente de oncológicos.
Algo extraño, Insabi también está agregando en su licitación unas claves de patente o fuente única que UNOPS había adjudicado sólo parcialmente.
No hay elementos para esperar que Insabi lo haga con más celeridad que UNOPS; así que no hay esperanza de que en este 2021 se solucione el abasto de medicamentos. Aparte, Insabi arrastra una creciente deuda con la industria farmacéutica que Canifarma estima ya en unos 3,000 millones de pesos.
El punto es que no hay para cuando acabe la tragedia para los pacientes que siguen padeciendo falta o intermitencia de sus tratamientos. Entre los grupos terapéuticos afectados al no ser adquiridos por UNOPS y que ahora Insabi los busca comprar tardíamente están: infecciosos y parasitarios, neurología, cardiología, endocrinología y metabolismo, oftalmología, analgesia, psiquiatría, oncológicos.
Pero sobretodo para los pacientes de cáncer la situación seguirá difícil porque hay oncológicos que se declararon desiertos con UNOPS (aun cuando hubo proveedores que sí los ofertaron y a precio bajo) y ahora tampoco los incluye Insabi en su compra. Lo más probable es que seguirán saliendo a buscarlos en el extranjero, a precios más altos y en condiciones no mejores que las que ofrecen la planta productiva mexicana despreciada.
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