COLUMNAS POLÍTICAS, 24 DE AGOSTO DE 2021.

TEMPLO MAYOR (EXTRACTO DE LA COLUMNA)
F. BARTOLOMÉ – REFORMA 8
Por cierto, la coalición legislativa «Va por México» dejó ver ayer que va en serio su objetivo de trabajar como un bloque en la Cámara de Diputados y ya se pusieron un par de tareas importantes como prioridad. La primera es quedarse con al menos el 40 por ciento de las presidencias de las comisiones y comités legislativos, y con el mismo porcentaje de las áreas administrativas con el fin de frenar la discrecionalidad con la que Morena manejó los recursos en la legislatura que termina. Y la segunda es dar la batalla para reorientar el presupuesto federal para 2022 y que se deje de destinar tanto dinero para lo que ellos mismos califican como «caprichos presidenciales». En el discurso, suena como un contrapeso positivo para el equilibrio de poderes, ahora falta ver que el bloque opositor aguante, pues es bien sabido que el PRI ha apoyado a Morena en varias ocasiones y, con un coordinador como Rubén Moreira, no sería raro que los tricolores vendieran caro -o hasta barato- su amor… y sus votos.

BAJO RESERVA (EXTRACTO DE LA COLUMNA)
EL UNIVERSAL 2 / SIN AUTOR / NARCOMENSAJES EN LA 4T
En otro frente político, este lunes los dirigentes del PAN, Marko Cortés; del PRI, Alejandro Moreno, y del PRD, Jesús Zambrano, viajarán a Washington para presentar una queja ante la Organización de Estados Americanos (OEA), y ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para acusar que el gobierno de López Obrador toleró una «narcoelección» en los comicios del 6 de junio. Nos cuentan que, además de la queja, los dirigentes llevarán pruebas y una relataría de hechos para sustentar la intervención del crimen organizado en las elecciones. Mientras esto ocurre, el envejecido narcotraficante Miguel Ángel Félix Gallardo y el presidente se intercambian mensajes de amor y paz.

Biden podría endurecer medidas en AL

Mi humilde -y nada segura- predicción es que el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, va a tratar de proyectar una imagen de fuerza para contrarrestar las críticas de que mostró debilidad en la retirada de tropas estadounidenses de Afganistán, y que eso se traducirá en un endurecimiento de sus políticas hacia China, Rusia, Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Claro que esta teoría va en contra de lo que dicen muchos analistas. La opinión mayoritaria es que la retirada de Afganistán ha proyectado una imagen de debilidad de Biden y de Estados Unidos, que envalentonará a los adversarios de Washington en el mundo.

Por ejemplo, el ex asesor de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton, me dijo en una entrevista que mencioné en mi columna anterior que Cuba, Venezuela, Nicaragua y sus aliados «se reanimarán» por la mal ejecutada partida de las tropas de Estados Unidos de territorio afgano.

«Creerán que tienen una mayor libertad de acción», debido a la percepción de debilidad de Washington, me dijo Bolton.

«Y creo que otros regímenes en el continente, estoy pensando en el de Perú en particular, sacarán la misma conclusión».

Bolton admitió que la retirada estadounidense de Afganistán fue un fiasco de «Biden y Trump».

El ex Mandatario republicano había pedido la salida total de las tropas de Estados Unidos para el 1 de mayo de este año, y había hecho un acuerdo muy criticado con los talibanes en 2020.

Varios líderes de la Oposición venezolana y cubana con los que hablé en días recientes no están de acuerdo con la idea de que el fiasco de Afganistán envalentonará a los enemigos estadounidenses.

Por el contrario, apuntaron, esto puede obligar a Biden a ser más duro con las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, para contrarrestar las críticas de que es un blando en política exterior.

«Biden es visto como un Presidente débil en este momento, y él lo sabe», me dijo Seth G. Jones, un analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington D.C.

«Está especialmente preocupado de ser visto como débil con China, pero eso también podría extenderse a América Latina».

En efecto, me resulta muy difícil creer que Biden quiera volver a acercase con Cuba en la nueva realidad post-Afganistán, y después de las protestas masivas del 11 de julio en la isla.

Tan recientemente como en marzo, 80 demócratas en la Cámara de Representantes habían enviado una carta al Presidente pidiéndole un «enfoque más constructivo» con el régimen de la isla. Eso no era muy factible que ocurriera en ese momento, pero lo es mucho menos ahora.

De hecho, Biden ya ha estado endureciendo las sanciones contra Cuba. El 19 de agosto, el demócrata anunció otra ronda de medidas para congelar los activos e imponer prohibiciones de viaje a otros tres funcionarios cubanos involucrados en abusos contra los derechos humanos.

El 9 de agosto The New York Times escribía que Biden «ha sido más duro que Donald Trump con el gobierno de la isla».

En Venezuela, no creo que el Presidente relaje las sanciones estadounidenses a menos de que la dictadura de Nicolás Maduro permita libertades políticas básicas.

Por el contrario, es probable que Biden imponga nuevas sanciones, como una forma de intensificar la presión antes de la nueva ronda de conversaciones entre el régimen y la Oposición, programadas para el 3 de septiembre en México.

Probablemente no veremos al demócrata ocuparse mucho de América Latina en los próximos días porque, a juzgar por lo que escuché de funcionarios estadounidenses, gran parte del personal del Departamento de Estado ha sido asignado a procesar visas para las decenas de miles de afganos que trabajaban para las tropas estadounidenses.

Pero en pocas semanas o meses, aunque se haya completado la retirada de Estados Unidos de Afganistán, las críticas al manejo de Biden en esta crisis no disminuirán. Y eso podría obligar al Mandatario a proyectar una imagen de fuerza en todo el mundo, incluyendo en América Latina.